La zanahoria del impuesto para ricos que nos pone Rubalcaba delante tratándonos como al burro, tiene la misma continuidad que el impuesto para los ricos que el ministro de Fomento, José Blanco, dijo en junio de 2010 que iba a llegar tras la reforma laboral:
"Cuando concluya el proceso" de aprobación de la reforma laboral
"empezaremos a trabajar en los Presupuestos Generales" y
"en ese ámbito" iban a entrar esa y otras medidas.
Quizás con esas "otras medidas" se refería a su ratificación de la eliminación de algunas líneas ferroviarias, como la de Madrid-Burgos, si hay transporte alternativo.
"Mantener la red convencional nos cuesta 900 millones al año". No descartó la idea de sacar a concesión para que sean gestionadas por empresas privadas líneas convencionales o de AVE.
Hace un par de meses, contaba César Molinas, socio fundador de la consultora Multa Paucis, en El País que
"El impuesto sobre el patrimonio se suspendió en 2008 tras un ágape en La Moncloa en el que Zapatero reunió a algunos de los principales empresarios del país. El presidente del Gobierno preguntó a sus invitados, uno a uno, si pagaban dicho impuesto y, uno a uno, le respondieron que no (esta anécdota me la relató uno de los asistentes). En uno de sus característicos prontos, Zapatero decidió suspender el impuesto sobre el patrimonio por su falta de equidad, puesto que los más ricos del país no lo pagaban. Y no es que hicieran fraude: no lo pagaban cumpliendo la legalidad vigente". El diputado regional Alejandro Nogales explicó ayer en
el mitin de Don Benito este y otros trucos vigentes, y aun potenciados, por los gobiernos
socialistas que hemos padecido.
Un partido
socialista de verdad hubiera optado, ante esta situación, por limitar, por ejemplo, el que los más ricos puedan crear a su antojo sociedades patrimoniales a las que aportar sus inmuebles, constituyéndose así en personas jurídicas, y no físicas, con lo que eluden los impuestos cuyo sujeto pasivo son éstas.
Por lo que
el PSOE optó es por lo mismo que hubiera optado el PP: su vicesecretario de comunicación, Esteban González Pons, argumentó hace un par de años contra el aumento de la fiscalidad a los que más ganan diciendo que
"los ricos siempre saben cómo escapar a una subida de impuestos".
Es cierto que políticas como las defendidas por PP y PSOE provocan que España lidere Europa en fraude fiscal, y que seamos el único país europeo donde los empresarios y profesionales declaran ganar, de media, menos que sus empleados -según un informe técnico de Hacienda, el 75% de los empresarios cotiza como mileurista-, pero debería tomarse esta base como la
obligación de acompañar el aumento de la progresividad fiscal con medidas contra el fraude.
Por esto y más es por lo que es imposible no estar de acuerdo con afirmaciones como las que hizo la secretaria general del PP lamentando en un Comité Ejecutivo Provincial de Guadalajara que
el Gobierno socialista lleve ocho años "haciendo la pelota" a los bancos y a las grandes fortunas y que, ahora, con la llegada de las elecciones, emplee
"la demagogia sobre la lucha de ricos y pobres";
no son los dirigentes del PSOE los más idóneos para dar lecciones de cómo gobernar
"porque han puesto en peligro la Política Social de toda España". Impecable.
Informaba Público de que sólo entre enero y junio, los grandes patrimonios radicados en España han aumentado un 40% la cantidad colocada en bonos del Estado, hasta 451 millones de euros. Lo hicieron sólo cuando la prima de riesgo empezó a ser mayor que el rendimiento en Bolsa o en depósitos, con lo que todos los españoles, con esas noticias de la prima de riesgo, dolorosas para todos menos para ellos, les estamos pagando esos ingresos extra. Los Polanco (del grupo mediático Prisa) sólo han destinado dinero (este año, 15 millones) a esta adquisición temporal de activos y nada a deuda directamente del Estado. La familia Del Pino (dueña de la constructora Ferrovial) han aumentado su inversión total en bonos del Estado un 50% este año, hasta 293 millones (189 de ellos en activos temporales), según datos de la CNMV, a través de siete sicav, sociedades anónimas que sólo aportan a las arcas públicas el 1% de su ganancia de valor -las demás pagan el 30% por sus beneficios (25% las pymes)- y que Vd. no puede constituir a menos que tenga un mínimo de 2,4 millones de euros. Peso, eso sí, puede ser uno de esos 99 partícipes necesarios que proporciona el banco de inversión y que no intervienen en las decisiones porque el rico puede tener el 99,99% de la sociedad.
No acaba ahí la cosa: más de la mitad de esa cantidad está invertida en deuda que los bancos prestan a los ricos a cambio de un dinero con el compromiso de recomprársela al cabo de un día o hasta unas dos semanas por un precio superior (repos, repurchase agreement), un
rendimiento que no tiene retención fiscal hasta que no lo declaran. Esta posibilidad de librarse de la retención previa,
no contribuir a los ingresos del Estado hasta la siguiente declaración de la renta y tener más dinero contante para especular, se lo sacaron de la manga los socialistas en 1987, que, como todo invento de este nuevo
socialismo español, está vedado al españolito medio.
Y no sólo eso, sino que el último gobierno
socialista animó a los ricos a no reinvertir en la sociedad que se lo ha hecho ganar ese dinero que, para más escarnio, sí utilizan para las "inversiones" comentadas más arriba. Contra la tesis de que el Impuesto de Patrimonio grava rentas que ya se gravaron cuando se obtuvieron y que por ello desincentiva el ahorro -vaya ahorro más avieso-, la lógica nos dice que nadie quiere dejar de ganar la lotería porque la parte que se lleva el Estado
desincentive el apostar.
En cuanto al otro bulo de la amenaza de las grandes fortunas de irse a otro territorio si les tocan los privilegios, no llegará a ocurrir en España porque la diferencia en ventajas fiscales es en este país abismal respecto de la mayoría.
"Todo está diseñado para favorecer el negocio financiero", dice José Mª Mollinedo, secretario general del sindicato de los técnicos de Hacienda, Gestha. Los trabajadores contribuyen más a los impuestos que los que especulan (dividendos, plusvalías...) o viven de las rentas (intereses...). Las rentas del trabajo tributan hasta un máximo del 45% (49% en algunas CCAA por el tramo autonómico), y las del capital al 19% (21% si superan los 6.000 euros). Las sicav sólo pagan ese 19 ó 21% cuando se venden títulos y se obtiene una plusvalía, pero lo normal es incluso reinvertir y así no pagar. Además,
los socialistas otorgaron su control fiscal a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) para que la Inspección no siguiera adelante con los expedientes por el fraude de casi todas las SICAV investigadas.
"Si tengo el control de mi empresa [...]
puedo decidir tener rentas de capital (mediante dividendos, por ejemplo) en lugar de un salario", comentó a Público Luis del Amo, gerente del Registro de Economistas y Asesores Fiscales (REAF).
Aunque las sicav sólo pueden invertir en activos financieros (acciones, deuda, etc), en la práctica, un millonario que quiere una mansión, un yate, un avión privado, lo compra mediante una sociedad, que aparece como propietaria. Luego la sicav adquiere las acciones de esa sociedad, ahorrándose el Impuesto de Transmisiones Patrimoniales o el IVA, con lo que dejan de contribuir a las cuentas públicas por otro lado más.
"Aunque en Patrimonio haya que informar de la titularidad de las acciones, al propietario no le afectará la revalorización de los valores catastrales", explicaba Mollinedo.
"Las plusvalías quedan latentes hasta que se vendan los activos", lo que esquiva el pago del impuesto y
"además deja a salvo el patrimonio familiar de responsabilidades frente a reclamaciones judiciales por gestión de otras empresas, etc.".
Si la sociedad tiene sede, por ejemplo, en Gibraltar, que no tiene convenio de doble imposición con España,
"el cambio de manos de las acciones no se ve", explica, y
"quien compra no paga el Impuesto de Transmisiones a la CCAA" y quien vende
"no paga por la plusvalía".
Muchas grandes fortunas proceden de los reducidos impuestos que pagaron las empresas que gestionaban o de las que eran propietarios (en España, el tipo efectivo para las grandes compañías es de apenas el 10%). Cuanto más grande es una empresa, más se beneficia de
"la competencia fiscal entre estados", comenta Francisco de la Torre, secretario general de la Organización de los Inspectores de Hacienda. Irlanda tiene un Impuesto de Sociedades del 12,5% y durante un tiempo se habló del "milagro irlandés", pero ahora es uno de los países rescatados.
El fiscal Anticorrupción Luis Pastor dijo:
"Los paraísos fiscales están en el paseo de la Castellana": grandes bancos ofrecen a sus clientes de rentas más altas cauces para enviar su dinero a lugares que no saben de impuestos y que ocultan al resto de países la información sobre estos capitales.
"Cuando pides información sobre estos movimientos, la banca te deriva a sus filiales en paraísos, que no te la da. Una de las cosas que hemos pedido siempre es que o se prohíba el uso de paraísos o se obligue a la banca a dar la misma información sobre esas filiales que la que da de sus negocios en España", comenta.