Mientras sólo Unidos Podemos reclamaba la liberación de la lideresa de la organización social e indígena Tupac
Amaru, la diputada electa del Parlamento de Mercosur Milago Sala, detenida de manera arbitraria por el ejercicio de sus derechos humanos,
según ha dictaminado el propio Grupo de Trabajo de Naciones Unidas
sobre Detenciones Arbitrarias;
mientras el presidente argentino Mauricio
Macri recibía los agasajos de Rajoy, del interino Fernández, de Rivera y de la familia Borbón, en su país una nueva jornada nacional de protesta se preparaba para hoy, en coincidencia con un paro de los trabajadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet). Esta comunidad científica rechaza el ajuste presupuestario que sufre el sector desde la llegada a la Casa Rosada de Macri: al recorte del 20% en las becas doctorales y postdoctorales en 2016 respecto a 2015, se unió el despido de más de 500 trabajadores, que vieron cerrado su acceso a
la carrera de investigador, a pesar de haber obtenido
dictamen favorable para su ingreso, y un ajuste mucho mayor del 50% en los ingresos a dicha carrera para la convocatoria actual.
Respecto a Mercosur, el proyecto de integración regional para promover un desarrollo sostenible, endógeno y social en la región, está virando hacia la inclusión en el marco global del libre comercio y el consiguiente deterioro en bienestar y justicia social.
En noviembre de 2005, durante la IV Cumbre de las Américas en Mar del Plata, la puesta en marcha del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) quedó en su paralización definitiva tras el enfrentamiento entre los gobiernos que lo defendían, encabezados por Estados Unidos (EEUU), y los liderados por Lula da Silva, Néstor Kirchner y Hugo Chávez, lo que abrió un nuevo ciclo de desarrollo sostenible y de defensa de la dignidad humana y de los pueblos que duró hasta noviembre de 2015, en que fue derrotado el kirchnerismo por el empresario y
expresidente del Boca Juniors, Mauricio Macri.
Hasta este momento, se había buscado superar el modelo clásico primario-exportador por el cual la producción latinoamericana se supeditaba a la demanda de materias primas de los países ricos, sobre todo EEUU y la Unión Europea (UE). El precio internacional de las manufacturas tiene generalmente tendencia al alza, mientras que el de las materias primas tendería a la baja, lo que implica que un modelo primario-exportador condena al subdesarrollo, además de a una economía con poca diversificación y capacidad de afrontar los ciclos de crisis.
Se apostó por Estados fuertes que corrigiesen las fallas y desigualdades del mercado, permitiendo alcanzar un muy significativo desarrollo social, aprendiendo de las experiencias del modelo de sustitución de importaciones de los 60, pero supera sus limitaciones al apostar al mismo tiempo que por la protección de la industria nacional, por la integración regional, dando acceso de una manera planificada y controlada a mercados más amplios.
Mediante la protección dentro de la región a través de "aranceles educadores", se permitió que se encareciesen los bienes importados, se desplazase la competencia internacional y se reservase la demanda doméstica para la producción nacional. La devolución al control público de los sectores energéticos estratégicos y el freno de los fondos buitres especulativos que asfixiaban la economía son ejemplos de cómo fue posible priorizar los intereses de los pueblos sobre los de aquellos, acostumbrados a llevarse todo el beneficio al Norte.
Hubo intentos anteriores de desmontar lo conseguido por Mercosur. La primera cumbre, hace 4 años, entre la UE y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), unión de todos los países americanos salvo EEUU y Canadá, no pudo blindar a las
multinacionales europeas aun cuando, cual Repsol-YPF, no asumieran sus compromisos sociales o de inversión. No obstante, los europeos que iban con buenas intenciones sí salieron beneficiados: se facilitó el acuerdo bilateral germano-boliviano para la energía eólica, por ejemplo.
Ahora, la Argentina de Macri ha decidido por decreto no pagar salario alguno a los diputados electos para el parlamento conjunto del Mercosur, el llamado Parlasur; el Brasil de
ese otro interino que derrocó a la presidenta electa Dilma Rousseff está frenando la incorporación como miembro pleno de Bolivia; y ambos habían vetado en julio que Venezuela asumiera la presidencia de Mercosur que le correspondía por rotación. Venezuela no fue ni invitada a la reunión informal del Mercosur durante la cumbre Iberoamericana de Cartagena de finales de octubre.
En busca de legitimidad y apoyo internacional, Brasil y Argentina están apostando por un tratado de Libre Comercio con la UE para intentar dar una imagen aperturista y moderada, aceptando incluso la liberación de la compra pública o severas cláusulas de propiedad intelectual, retornando al modelo primario exportador y debiendo acometer una importante reforma laboral, similar a las acometidas en España, que abarate los costes de las empresas para que puedan competir con la UE ó EEUU, que miran para otro lado priorizando el negocio de las grandes transnacionales.