Lo que se le venía diciendo a populares y socialistas
desde la izquierda a propósito de que el fondo de rescate adquiriera
deuda pública para relajar la tensión en los mercados secundarios, y tan imposible que era según los partidos mayoritarios -algo así como reformar la Constitución-, ahora resulta que no
sólo era factible sino que ayer le tocó al ministro de Economía y Competitividad, Luis de De Guindos, colgarle la medalla a Rajoy por
la cumbre europea del pasado jueves y viernes.
No obstante, Guindos avisó de que la recesión española se ha agravado en el segundo trimestre del año y, lejos de enmendar el camino, dejó entrever que se pedirán más sacrificios a los ciudadanos para lograr el objetivo de consolidación fiscal.
Los datos del segundo trimestre apuntan a una caída "ligeramente superior" del PIB que en los tres primeros meses del año, cuando retrocedió un 0,3 %, declaró a la prensa tras intervenir en el Campus FAES 2012; una previsión que coincide con la del Banco de España y es compatible con la que tiene el Gobierno para el conjunto del año (-1,7 %).
De Guindos adelantó que si se piden más sacrificios es imprescindible que la gente entienda -y para ello trabajarán los medios afines- que son necesarios -necesarios para quién- y serán la "plataforma para crecer y generar empleo" en el futuro -un futuro que nunca llega. Al mes siguiente de aprobar el Gobierno de Zapatero su plan de ajuste, y a causa del retraso de la recuperación económica que provocaría, Funcas y Ernst&Young revisaron a la baja sus estimaciones de crecimiento de la economía española, hasta el punto de que la consultora no prevía la vuelta al crecimiento hasta 2012, por mucho que sí se lograse el impacto buscado sobre la reducción del déficit. Más ajustes alejarán más ese crecimiento, por mucho que se siga reduciendo el déficit.
En este momento, añadía Guindos, la situación es "insostenible", nada que nos deba extrañar, por otro lado, vistos los antecedentes de la historia económica.
En este momento, añadía Guindos, la situación es "insostenible", nada que nos deba extrañar, por otro lado, vistos los antecedentes de la historia económica.
Ya Charles Collyns, a partir de su experiencia en el seguimiento de la gran recesión japonesa en la que se especializó en 1997, coeditó el libro "Post Bubbles Blues" con una serie de artículos sobre el estallido de la gran burbuja de la vivienda en Japón en 1991. Tras 5 años de recesión, la economía nipona creció en 1996 un 5%, propulsada por estímulos fiscales y tipos de interés muy bajos.
Sin embargo, a principos de 1997, el Gobierno de Tokio comenzó el "prematuro giro hacia la contención fiscal": una 'consolidación fiscal' con una subida del impuesto al consumo del 3 al 5% que provocó una anticipación de compras. Pareció que tras una breve recaída, la economía volvía a brincar, pero a finales de 1997, la actividad se desplomó, dejando, a pesar de la reintroducción al año siguiente de los estímulos fiscales y la reducción de los tipos de interés a cero, según Collyns, "la producción en el último trimestre de 1998 un 5% por debajo de su punto más alto a principios de 1997. De lejos, esta desaceleración ha sido la peor que ha padecido Japón en el período de posguerra e incluyó todos los componentes de la demanda privada".
Y por si este ejemplo nos parece muy lejano, el Economista Jefe del FMI, Olivier Blanchard, dio por sentado, en un artículo publicado por el organismo el 18 de agosto de 2009, el arranque de la recuperación. El primer paso para garantizar la sostenibilidad de la recuperación, sostenía él, era lograr unas cuentas equilibradas, tanto a nivel nacional, como en relaciones entre países. El único país de la Unión Europea y de la OCDE* que no había entrado en recesión 10 meses después era Polonia, que ese 2009 terminó con un crecimiento del PIB del 1,7%, pese a un sacrosanto déficit público del 7% del PIB y una baja sacrosanta productividad.
Advertía Blanchard de la inminencia de que la deuda de los miembros del G-20 alcanzase de media el 100% de su PIB, por lo que los planes de estímulo no se podrían prolongar más.
Advertía Blanchard de la inminencia de que la deuda de los miembros del G-20 alcanzase de media el 100% de su PIB, por lo que los planes de estímulo no se podrían prolongar más.
Al otro lado del Atlántico sí habían aprendido y el expresidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, aseguraba el mismo día que la economía estadounidense estaba lista para registrar "un fuerte crecimiento económico" durante los últimos trimestres de ese 2009, pero que la recuperación podría "flaquear" durante 2010 porque "el proceso no tiene piernas para andar".
(*) OCDE = Organización para la Cooperación y el Desarrollo de Europa
(*) OCDE = Organización para la Cooperación y el Desarrollo de Europa
No hay comentarios:
Publicar un comentario