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31 enero 2012

Compartir no es robar

El eurodiputado de Izquierda Unida Willy Meyer criticó duramente la firma por el Gobierno español y la UE del Acuerdo Comercial Anti-Falsificación (ACTA) y anunció que hará "todo lo que esté en mis manos para evitar que el Parlamento Europeo lo ratifique el próximo junio". Ya en las primeras rondas de negociaciones en 2010, Meyer denunció el "oscurantismo y la falta de transparencia en la negociación", de la que se había excluido a los representantes del pueblo en el Parlamento Europeo mediante una "más que vergonzosa" cláusula de confidencialidad.

Meyer mostró su preocupación "por la ambigüedad, el carácter generalista del texto y, sobre todo, por ser una amenaza para la libertad en Internet y la libertad de expresión" y recordó que numerosas organizaciones alertan que las patentes del software "son un ataque directo a la innovación y el desarrollo tecnológico [...] Si el ACTA se hubiese firmado hace 20 años no existiría Internet tal y como lo conocemos".

El eurodiputadomostró su total desacuerdo con que "tanto en el Parlamento Europeo como en el resto de Instituciones Europeas se use solamente software privativo, cuando deberíamos acabar con la posición dominante de Microsoft y, en un proceso gradual, empezar a trabajar con software libre impulsando así la innovación y el desarrollo de tecnologías accesibles para todos". Se hace necesario tomar en Europa el camino que para esta legislatura se apunta en Extremadura con los planes de la Junta de migrar sus 40.000 ordenadores aún en Windows a Debian, y que, pese a toda la fama conseguida por nuestra región, aún utilizaban software privativo.

Recuerda el eurodiputado de IU que "no existen estudios que supediten el desarrollo tecnológico a la existencia de patentes del software, al contrario, las revoluciones tecnológicas como Internet o el llamado software libre han ocurrido gracias a la existencia de estándares abiertos no patentados [...] Desde las instituciones públicas se debería defender firmemente los estándares abiertos y la prohibición de las patentes de software, y el ACTA, opuestamente, desestabiliza enormemente los medios de distribución de software libre".

"El ACTA amplia de manera desmesurada el catálogo de violaciones de la ley y de delitos penales, alejándose de la necesaria apuesta por una mayor apertura en la producción cultural que, respetando siempre la autoría moral, permita la reutilización y la innovación". Quiso Meyer también enfatizar la necesidad de "luchar contra la tendencia actual que busca criminalizar la colaboración y los valores comunitarios en una de las pocas esferas donde todavía no se ha impuesto el individualismo". "Compartir no es robar" sentenció.

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