Si bien de los resultados del CIS a partir de 2.484 entrevistas personales realizadas entre el 2 y el 10 de Julio se desprende que IU consolida su crecimiento desde el 20N en el 8,6%, el sondeo de SIGMA DOS para El Mundo, publicado con anterioridad pero con entrevistas realizadas posteriormente (1.000, entre el 17 y el 19 de julio), otorga el 11,7% de los votos a la coalición de izquierdas.
Datos como éstos condujeron a que el pasado 29, el editorial de El País, "ante
unas encuestas que no paran de constatar la pérdida de apoyos de los
dos partidos sobre los que se ha edificado nuestro sistema político en
los últimos treinta años, hacía un desesperado llamamiento al acuerdo". Lo recuerda desde Público.es Pablo Iglesias Turrión, profesor de Ciencia Política de la Universidad Complutense. Continúa: "Miguel
Ángel Aguilar no ha dudado en proponer desde las páginas del mismo
periódico 'un gran acuerdo nacional del que habrían de formar parte
junto con los populares, los socialistas y los nacionalistas vascos y catalanes para llevar adelante un programa de reformas y crecimiento, y emprender un diálogo que impida un país sublevado [...] Aguilar titulaba su artículo 'Buscando a Leopoldo desesperadamente' y rememoraba la mítica moción de censura contra Adolfo Suárez a finales de mayo de 1980. [...] como ahora, la democracia no gozaba de buena salud entre los hombres del poder. Enrique Múgica se reunía con Alfonso Armada y ni los socialistas, ni algunos comunistas como Ramón Tamames, ni las derechas, ni nadie de importancia, hacía ascos a un gobierno 'de gran acuerdo nacional' presidido por un militar de la máxima confianza del Jefe del Estado.
Si algo caracterizó la llamada transición a la democracia en nuestro país fue su tutelaje permanente por parte de unos poderes extranjeros que no veían mal una cierta democratización, siempre y cuando se mantuviera dentro del orden atlantista de la Guerra Fría, y de unas élites económicas y políticas españolas encabezadas por la Corona, a la sazón heredera del poder del anterior Jefe de Estado [... El] empecinamiento [de Suárez] en obrar por sí mismo ponía en riesgo los derroteros, hasta entonces más que controlados, de la metamorfosis política española.
El golpe del 23 de febrero de 1981 debía ser sólo un gesto de restitución del orden natural de las cosas. Quizá fracasó en su forma (no es prudente encargar el secuestro del Congreso a un ultra, como tampoco lo es encargar la gestión del orden público a los antidisturbios) pero no en sus objetivos. La monarquía salió reforzada, se frenó el desarrollo del Estado autonómico, el PCE casi desapareció y el PSOE llegó al poder con más miedo en el cuerpo que voluntad de cambio. Poco quedó de aquel “OTAN de entrada no”, de la prometida depuración de la policía franquista (y no digamos del ejército), del reconocimiento de los demócratas derrotados en la Guerra Civil o del desarrollo de las autonomías. [...] hoy los hombres del poder (económico, político, mediático…) vuelven a ver amenazados sus privilegios y empiezan a desconfiar de su propio sistema político. La democracia es tal si ganan PSOE o PP [...] con el concurso eventual de nacionalistas vascos y catalanes [... Si no,] toca dejar de jugar a la dialéctica 'gobierno-oposición' y conjurar, como en Grecia, los peligros de que las elecciones no las ganen los de siempre. Porque ya lo ha dejado claro El País, la 'víctima de esta crisis podría ser la propia organización de la democracia, si los dos grandes partidos, que se han alternado en la mayoría de las instituciones, quedaran deslegitimados a los ojos de los ciudadanos'.
Hoy la oposición al sistema político español no está en las sedes de las multinacionales ni en los cuarteles, sino que la ejercen los ciudadanos en la calle pidiendo más democracia. Parece que eso, y las consecuencias electorales que pudiera tener, es lo que da miedo de verdad.
Por eso va siendo hora de decir a estos portavoces del Régimen que los llamamientos a gobiernos de salvación nacional que cambian constituciones y legislan contra las mayorías no son propios de demócratas, sino de golpistas".
¿Qué será lo próximo? ¿Elecciones vigiladas?, como lo estuvieron las primeras por la "harto peligrosa reunión de la cúpula militar del Ejército de Tierra
español en la tarde/noche del 15 de junio de 1977, primer día electoral
en este país después de cuarenta años [...] y el segundo pulso de
los generales franquistas a su jefe supremo, el rey Juan Carlos. Éste, a
pesar de recibir información precisa y en tiempo real de todo lo que
estaba ocurriendo en el despacho del jefe operativo del Ejército, optaría otra vez por no actuar, por callar, otorgar y dejar hacer" (Amadeo Martínez Inglés en 'Juan Carlos I, el último Borbón', pág. 179).
Benito Izquierdo (izquierda.donbenito@gmail.com)
2 comentarios:
menuda cuadrilla estais hechos que dios nos libre de que algun dia nos mandeis porque esto seria como para salir corriendo.
¿Algún otro argumento?
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