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19 julio 2010

Sí, muertos, pero... ¡qué muertos!

Joseph Ratzinger ha aprobado un decreto que reconoce el martirio de 26 religiosos durante la "persecución religiosa de 1936", de los que cuatro son extremeños. El pasado 1 de julio aprobó la beatificación de otra remesa de mártires "asesinados por odio a la fe" tras el golpe de Estado de 1936. En octubre de 2007 ya beatificó a 498 por idéntica razón. Naturalmente los españoles (sean familiares o no) que han propiciado este reconocimiento, según las tesis del PP, deben estar buscando la confrontación de las dos Españas y la destrucción del consenso de la Transición. Porque, en caso contrario, estaríamos hablando de una doble vara de medir por la cual sólo los que apoyaron el golpe de Estado tienen derecho a que sus nietos los recuerden y dignifiquen, mientras que los que pretenden averiguar dónde están los 50.000 fusilados tras la guerra -según la historiografía más reciente, aunque el mismo historiador franquista Salas Larrazábal habla de 30.000- que defendieron lo que la gente había votado, y exhumarlos de las cunetas y de las fosas comunes, parece ser que lo que de verdad quieren es volver a la situación de división que dio pie al inevitable golpe de Estado.

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